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Certezas vs Seguridades


¿Alguna vez te has preguntado la diferencia entre las certezas y las seguridades? Es que no es lo mismo vivir “de certezas” que “con seguridades”. Nos adentremos un poco más.


Vivir de certezas es vivir con libertad, en cambio, vivir con seguridades es vivir aferrados, atados, a “cosas” que dan seguridad. En mi experiencia he podido ver que las certezas nos regalan libertad y nos acompañan en el camino, alentándonos, confirmándonos, dándonos luz. En cambio, las seguridades nos aferran tanto que nos impiden caminar tranquilos, nos cierran el horizonte, nos “achatan”. 


Nosotros queremos vivir con certezas y seguridades a la vez, pero el Dios cristiano llama a vivir en el riesgo y en la búsqueda, en el “desinstalarnos” y en el ir “sin nada para el camino”... sólo con una misión y un par de certezas en el corazón.  


Sin embargo, hoy el mundo nos vende y vende y vende la necesidad de estar “seguros”, “acomodados”, de aferrarnos al éxito, a cosas materiales (casa, autos, viajes, buena pilcha, etc.), a los ideales... Y no digo que esto esté mal, pero todo en tanto y en cuanto. 


A mí me ha hecho mucho bien y me ha traído mucha paz al corazón rezar esto. Y por eso te lo comparto. Regalate  y regalale a Dios la posibilidad de que ambos se encuentren desde esas certezas hondas, esas declaraciones de amor que Él ha tenido y tiene con vos. Seguramente sean sólo unas pocas, pero son las que cimentan y sostienen la vida. 


Y, a la vez, te invito a que descubras cuáles son aquellas “seguridades” que te tienen aferrado a cosas que ¡ni loco soltarías! ¿Cuáles con aquellas cosas que ocupan más lugar que Dios en tu vida? ¿Estarías dispuesto a soltarlas, así fuera sólo en el interior del alma?




Quisiera cerrar este post con un poema de Robert Frost que me encanta. Hay dos caminos para escoger: uno es el camino de las certezas y otro es el camino de las seguridades. Seguramente el de las certezas sea el menos transitado en el mundo de hoy, y probablemente sea también el más difícil… pero sabemos que no vamos solos. 


Como dice el poema, la decisión es del viajero… pero la invitación es de Dios.  


Que tu camino y el mío, y el de muchos..sea el menos transitado en este mundo que necesita caminar más en certezas hondas, verdaderas, y llenas de esperanza. 


EL CAMINO NO ELEGIDO

Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo,

Y apenado por no poder tomar los dos

Siendo un viajero solo, largo tiempo estuve de pie

Mirando uno de ellos tan lejos como pude,

Hasta donde se perdía en la espesura;

 

Entonces tomé el otro, imparcialmente,

Y habiendo tenido quizás la elección acertada,

Pues era tupido y requería uso;

Aunque en cuanto a lo que vi allí

Hubiera elegido cualquiera de los dos.

 

Y ambos esa mañana yacían igualmente,

¡Oh, había guardado aquel primero para otro día!

Aun sabiendo el modo en que las cosas siguen adelante,

Dudé si debía haber regresado sobre mis pasos.

 

Debo estar diciendo esto con un suspiro

De aquí a la eternidad:

Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,

Yo tomé el menos transitado,

Y eso hizo toda la diferencia.


Pidamos la gracia de decir que sí como María, ella que dió este sí con pocas certezas y fue bienaventurada… ¡cuántas generaciones la hemos llamado feliz! 


Abrahán deja su tierra en búsqueda de la promesa que Dios le había hecho al corazón (Gn 12, 1-3)... ¡Y cuántas adversidades habrá tenido! Pero creyó, creyó aún en aquello que parecía imposible a los ojos humanos. Y Dios fue fiel con él, como también lo es con cada una de nosotros. 


¡Hasta pronto Filotea!


 

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